Este es un grupo de cuadros que pinté a finales de los 60. Están configurados sobre la base de dos series numéricas interpoladas, una creciente y otra decreciente. Esta estructura produce un efecto óptico muy dinámico, que no se debe tan solo al dibujo, sino que también a la interacción de los colores.

Estos cuadros, como todos los que hice después, son totalmente ajenos a cualquier modo de figuración, representación o simbolismo. En ningún caso tienen ni siquiera una figuración soterrada.

Tampoco son abstractos en el sentido de que sean una abstracción de la realidad. Son concretos, son reales en el sentido de que existen y su carga estética deviene de ellos mismos, no de referencia alguna.